por Oscar Ruiz de Huidobro.-
En el espacio de recuperación de la memoria histórica, el “Che” emerge desde el todo y sus partes de la vida y la historia revolucionaria. No hay alfabeto, idioma, voz, guitarra, o piedra que no se horade hasta verter aguas de libertad repartiéndose con el Che.
En ese escenario, el 18 de octubre de 1967, el gran Nicolás Guillen homenajeo al Che con un poema épico en la Plaza de la revolución “José Martí” de La Habana. El Poema «Che Comandante», fue recitado ante más de un millón de cubanos en una sección solemne llena de corazones en armas y lágrimas de amor.
En los senderos de la memoria recordamos que en la Plaza de la Revolución y en toda la isla, nadie lo podía creer. En ´los bohíos de oriente, en Villa Clara, en el corazón de La Habana vieja, en el último mostrador de los barrios, o en todo el malecón todo era un sonido de corazón tronando en son. Nadie aceptaba que el Ché había caído en combate y que fuera fusilado al día siguiente porque le temían aún prisionero y herido.
¿Temían la reacción de Fidel, aún, reconociendo su muy condicionada respuesta por la relación de fuerzas internacional que le esposaban la vida y el futuro de la revolución? Sí temían.
¿Temían las reacciones de los compañeros y compañeras de todo Cuba y los miles de todas partes del mundo que buscaban recoger el fusil caído para seguir el combate por la libertad de Indomamérica, el Caribe y el planeta todo? Nadie lo sabe.
Lo que quedó demostrado después de más de 54 años que sólo balearon su cuerpo. Así, lo sembraron. Desde esos días que pretendían que se tiña de la oscuridad del luto permanente la luz se hizo para no apagarse jamás. El “Che” se parió y multiplicó por miles en los 5 continentes.
Todo el mundo vio, sintió y se estremeció por esa parición. Tal vez por eso, el abecedario de luz, rumba y son de Nicolás Guillen reflejó el símbolo de vida colectiva, de estrella y brújula de un hombre del común denominador de nuestro pueblo que creció y tomó forma de paradigma: “Seremos como el Che”.
He aquí la recuperación para todos del poema de Nicolás Guillen: «Che Comandante»
Comandante Che
No porque te cayeras
tu luz es menos alta.
Un caballo de fuego
sostenga su escultura de guerrilla
entre el viento y las nubes de la Serra.
No estás en silencio porque estás en silencio.
Y no porque te quemen
porque te esconden bajo tierra,
porque esconderte
en el cementerio, bosques, brezales,
evitarán que te encontremos
Comandante Che, amigo.
Con tus dientes de alegría
América se ríe. Más temprano
mueve tu cama
de dólares. Coagula
reír en una máscara,
y su gran cuerpo de metal
subir diferenciales
en guerrillas, como tábanos,
y su amplio nombre herido por soldados
ilumina la noche americana
como una estrella fugaz repentina
en medio de una orgía.
¿Sabías, Guevara,
pero no lo dijiste por pudor,
por no hablar de ti mismo.
Comandante Che, amigo.
Estas en todos lados. En la India
hecho de sueño y cobre. Y en negro
arrastrado hacia una multitud espumosa,
y siendo aceite y nitrato,
y en la terrible impotencia
plátano, y en la gran pampa de las cáscaras,
y en azúcar y sal y pies de café,
tú, estatua móvil de tu sangre mientras te derribaban,
vivo porque no te amaron,
Comandante Che, amigo.
Cuba te conoce de memoria.
Rostro delgado y barbudo. Y marfil
y aceituna en la piel de un santo joven.
Firma la voz que mandas sin mando,
quien manda pareja, pide amigo,
camarada jefe tierno y duro.
Te vemos todos los días, Ministro,
todos los días soldado, todos los días
gente sencilla y difícil todos los días.
Y puro como un niño
o como un hombre puro,
Comandante Che, amigo.
Pasas tu descolorido, roto, goteando
ropa de campaña.
La jungla, como antes
era de Sierra. Semidesnudo
el poderoso rifle y el cofre de palabras,
vendaval de fuego y rosa lento.
No hay descanso.
Che Guevara.!
O mejor aún, del hondón americano:
Espéranos. Saldremos contigo.
Nosotros queremos morir
para vivir como si murieras,
vive como vives,
Comandante Che, amigo.